¿Cuál es la verdadera amenaza de la musaraña gris?

Distribuida por toda la península Ibérica, la musaraña gris es muy sensible a las variaciones del clima ya que a través de éste regula su metabolismo, aunque un estudio demuestra que su verdadera amenaza no es el clima.

Frente al cambio climático, la musaraña gris depende más de su hábitat que de las temperaturas. Foto: iStock
Frente al cambio climático, la musaraña gris depende más de su hábitat que de las temperaturas. Foto: iStock

Habitual en zonas mediterráneas, la musaraña gris (Crocidura russula) es un mamífero de hasta 12 gramos de peso que se alimenta de invertebrados y se encuentra por todo el territorio peninsular.

Este pequeño endotermo genera calor y mantiene la temperatura corporal de manera interna, siendo muy sensible a las variaciones del clima, del que depende para regular su metabolismo y ajustar la fenología de procesos como la reproducción.

A lo largo de 10 años, un equipo de científicos ha analizado cómo los cambios en el clima y en el tipo de hábitat podían afectar a la abundancia, la tasa de ocupación, la estructura de edades y la tasa de crecimiento de las poblaciones de este pequeño insectívoro en cinco parques naturales de Barcelona.

Los resultados revelan que el cambio climático no parece afectar la demografía de las musarañas en sus áreas centrales de la región mediterránea. Además, la dinámica de sus poblaciones no se habría visto perjudicada por el aumento de temperaturas como los científicos pensaban.

Es más, “la musaraña gris podría verse beneficiada por el cambio climático, pues el aumento de las temperaturas incrementará el rango de distribución hacia el norte y en altitud”, explica Ignasi Torre, investigador del Museo de Ciencias Naturales de Granollers y primer autor de un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment.

El hábitat, vital para las musarañas

Sin embargo, el tipo de hábitat (ambientes arbustivos frente a bosques) y el periodo (otoño frente a primavera) fueron los principales indicadores de la abundancia, estructura de edades y demografía de estos mamíferos.

Su resiliencia ante el cambio climático se debería más a la dependencia de hábitats abiertos como los matorrales

Así, su resiliencia ante el cambio climático se debería más a la dependencia de hábitats abiertos como los matorrales (en diferentes estadios de regeneración post incendio) que proporcionan a las musarañas disponibilidad de alimento, un microclima favorable, y protección frente a los depredadores. Así, aunque el aumento de temperaturas no pareció alterar las poblaciones de musarañas, es en realidad el tipo de hábitat lo que podría perjudicarles.

“Las tendencias actuales de cambio en los usos del suelo como el abandono de los usos tradicionales del suelo y la desforestación amenazan los hábitats abiertos del Mediterráneo, por lo que la resiliencia al cambio climático no duraría mucho tiempo si estas tendencias no se contrarrestan”, concluye Torre.

Fuente: SINC