Los científicos cada vez nos dan más muestras de la realidad. Y si queremos mantener el hielo Ártico y los beneficios que conlleva, hemos de reducir las emisiones de CO2 cuanto antes, porque la evidencia respalda su pérdida total para 2035.
El sector de transporte marítimo es uno de los que más emisiones contaminantes de CO2 produce, y su papel esencial en el abastecimiento global promueve nuevos estudios y soluciones como la desarrollada desde la Universidad de Southampton, capaz de reducir considerablemente estas emisiones.
Parece algo imparable y si no cambiamos de rumbo radicalmente no vamos a ser capaces de reducir las emisiones de CO2 hasta el punto cero emisiones, lo necesario para evitar la catástrofe. Como muestra este mes de mayo, en el que a pesar del parón forzado, se ha registrado otra cifra récord.
La economía busca soluciones a la crisis provocada por el COVID-19 mientras las ONGs denuncian las ayudas a los sectores más contaminantes. ¿Es el aumento de las emisiones contaminantes la única vía de recuperación?
Tras estudiar el cauce seco del río Fluviá, unos científicos se dieron cuenta de que liberaba grandes cantidades de CO2. Para confirmar si este fenómeno se producía en otros ecosistemas de agua dulce al secarse, nació un proyecto con 24 equipos de todo el mundo. Según los investigadores, estas emisiones supondrían un aumento de las estimaciones globales actuales.
Está claro que la lucha contra el cambio climático es más necesaria que nunca, tal y como demuestran un nuevo récord de concentración de CO2 en la atmósfera y que mayo haya comenzado con temperaturas que superan los 35ºC.
Los ratopines rasurados son como superhéroes animales. Resisten al cáncer, toleran el dolor, son longevos y pueden vivir hasta 18 minutos sin oxígeno. Pero un equipo de científicos ha encontrado su debilidad: necesitan altos niveles de dióxido de carbono para vivir.
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