Cada día toneladas de residuos ponen en peligro la supervivencia de los ecosistemas. En el caso de los microplásticos, el problema tiene solución gracias a acciones para detectarlos en sistemas acuáticos continentales.
Investigadores del Instituto Español de Oceanografía han encontrado microplásticos en peces del noroeste ibérico, en especies tan comunes en nuestras mesas como la sardina, la anchoa, el salmonete y el dragoncillo... y cada uno tiene sus gustos.
Contar microplásticos no es fácil, pero la estimación de los científicos tras un arduo trabajo de muestreo sitúa las cifras muy por encima de lo estimado hasta ahora.
El desgaste de neumáticos, frenos y otras partes de los vehículos o de la carretera liberan a la atmósfera miles de toneladas de microplásticos cada año, según un nuevo análisis. Gran parte de estas partículas contaminantes, sobre todo las más pequeñas, terminan en los océanos de todo el mundo e incluso en el Ártico.
Ya sabíamos que las aves marinas y los peces están ingiriendo microplásticos, a lo que podemos sumar las aves rapaces tras el hallazgo, en 63 ejemplares de nueve especies muertas en Florida, de 1.200 piezas de plástico.
Nuestra contaminación y los microplásticos como parte de ella están llegando más lejos de lo que hasta ahora creíamos y ya se han encontrado restos de poliéster en un lago de agua dulce en el Ártico.
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